A lo largo de la historia se han ido creando una serie de mitos sobre la
vejez que han hecho en muchas ocasiones que tengamos una concepción errónea o distorsionada de cuál es la realidad de este grupo de edad.

Estas falsas concepciones tanto pueden ser positivistas como negativas, estas últimas mucho más abundantes.
Las positivas llevan a mitificar la ancianidad, mostrando a los ancianos como personas que han perdido sus capacidades sexuales y sus impulsos, lo que les lleva a entrar en una etapa de sosiego y de reencuentro de toda su experiencia y sabiduría acumulada a lo largo de su vida.
Los conceptos negativos engloban los mitos que hacen referencia a el deterioro y la invalidez que conlleva la ancianidad. Algunos de estos mitos son: Las personas mayores son frágiles (cuando en realidad es una etapa de la vida donde se puede llegar a conservar en buenas condiciones la fuerza y la agilidad, y ello dependerá de muchos factores como estilo de vida, genético, hábitos, etc.
Otro mito sería decir que los mayores no hacen ningún tipo de aportación a la sociedad y solo son un gasto, cuando en realidad son personas que contribuyen de manera importante al desarrollo de la vida de los demás, aunque no es de manera tan evidente y visible como una persona con un contrato laboral. El hecho de cuidar a los nietos, ocuparse de ellos, hace que sus padres puedan mover la economía del país ya que pueden ir a trabajar, ganar dinero y comprar cosas para sus hijos, sus hogares, etc.
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